Colectivo Silesia

Formación médica: tenemos que hablar (y dejar de da vergüenza)

por Javier Padilla

«Un médico tiene que estar siempre formándose». Una vez empezado este post con semejante cuñadez (no porque sea verdad o no, sino porque pocas son las profesiones cuyo cuerpo de conocimiento se mantiene inmutable durante toda una vida laboral) tal vez podamos ahondar un poco en los mil y un vericuetos de eso que llamamos formación continuada.

 

Formación no es sinónimo de ir a cursos o congresos, herencia maldita de la cultura del evento según la cual solo si hay una cuota de inscripción o un cartel convocando lo consideramos formación. Dejando esto a un lado, lo que nos trae a hablar de esto es esta noticia a la que podríamos llamar «qué orgulloso estoy del gremio al que pertenezco».

 

 

El asunto del que parte todo esto lo explicamos en un post de Médico Crítico hace unos meses pero sigue coleando porque tras aprobarse una Proposición No de Ley (aka brindis al sol) de Ciudadanos para que los pagos de la industria farmacéutica a lxs médicxs por actividades consideradas de formación estuvieran exentas de impuestos, ahora el Ministerio de Hacienda ha dicho que no, que esos pagos (o transferencias de valor, como se llaman para utilizar un término técnico que vista de seda al asunto) han de tributar.

 

Hay varios aspectos sorprendentes de todo este tema, pero nos quedamos con el siguiente TOP-5:

 

1. Presunción de inmoralidad.

El Ministerio de Hacienda NO va a hacer que se paguen impuestos por asistir a Congresos; el Ministerio de Hacienda va a hacer que se paguen impuestos por recibir dinero para ir a Congreso (inscripción a los mismos).

Esta diferencia es fundamental; en el modelo industrial de formación médica en el que estamos insertos existe una presunción de inmoralidad por la cual lo estándar es que los congresos u otras actividades formativas te las pague un laboratorio (y sí, sabemos que esto no tiene comparación con hace unas década; además de saberlo nos da bastante igual). Es complicado encontrar un titular que haga ver que la tributación de impuestos que se va a modificar solo ocurre cuando el médico lleva la camisa llena de pegatinas de sus esponsorizadores, y no cuando acude por su cuenta.

Hay quienes no hemos hecho uso de la financiación de la industria para pagarnos la formación que hemos creído oportuna, y no por dejadez formativa, sino por imperativo ético.

La afirmación de que «los médicos dejarán de ir a los congresos si tienen que declararlo a Hacienda» habla mucho del nivel. Del nivel de «los médicos» y del nivel de interés de «los congresos. Las medidas fiscales tienen capacidad para performar las conductas, pero nunca pensamos que hacer pagar impuestos por recibir pagos de la industria fuera a conseguir actuar sobre la burbuja de los congresos anuales a precios inflados que actualmente puebla la oferta festivo-formativa del panorama societario-científico español.

 

2. Algo más que cambiar el pagador.

«Es que la formación la debería pagar el sistema para el que se trabaja»; sí, vale… el sistema para el que se trabaja debería organizar una formación que fuera necesaria y suficiente para actualizar las capacidades y competencias de sus trabajadorxs, así como estimular las innovaciones en otros campos; del mismo modo, debería financiar la asistencia a actividades de organizadores externos que reunieran unas características determinadas, fomentando posteriormente el retorno de dicha formación al equipo de trabajo y a la práctica clínica.

 

Que las instituciones públicas apenas tengan programas formativos potentes e integrados en el itinerario laboral de sus trabajadorxs es algo que solventar y debería ser una prioridad máxima. Eso no quiere decir que la solución sea que las instituciones sanitarias subvencionen congresos de dudosa utilidad, con contenidos multipatrocinados por múltiples industrias y con cuotas de inscripción poco relacionadas con la calidad del programa o la exclusividad del mismo.

 

Esa idea de cambiar el financiador (de la industria a las instituciones públicas) para que nada cambie parte de la base de que el actual sistema de formación continuada es algo deseable que no hay que remover de arriba a abajo, cuando dista mucho de ser así. Puede haber congresos y actividades formativas a precios asequibles, con contenidos interesantes, participación abrumadora y éxito de crítica y público; son muestra de ello el congreso de La Cabecera, los encuentros de sociedades científicas como la Asociación Española de Neuropsiquiatría, Osatzen o la Sociedad Española de Epidemiología, y otros como el Congreso de Activos en Salud que está teniendo lugar estos días en Granada o los Seminarios de Innovación de Atención Primaria. Sociedades científicas como SEMFyC han hecho avances en este camino y han disminuido la presencia de la industria en sus congresos (al menos como porcentaje de la financiación), lo cual es de reconocer.

 

Es fundamental darse cuenta de que lo que falla no solo es la financiación de las actividades formativas, sino el modelo de las mismas al completo. Al respecto de qué hacer por parte de las instituciones públicas al respecto de los vínculos entre la formación y la industria farmacéutica propusimos algunos puntos que podrían ayudar a hacer que la transición «a gastos pagados –> autogestionando con independencia» fuera más sencilla:

1. Incrementar la financiación de los planes de formación continuada, de modo que ésta se pueda llevar a cabo de forma sencilla sin necesidad de financiación por parte de la industria farmacéutica.
2. Conformar grupos de trabajo independientes de la administración (sin filiación política directa) para detectar las necesidades formativas y diseñar los planes docentes.
3. Exigir un número determinado de horas de formación por profesional para periodos concretos (trienios, quinquenios,…) realizadas por entes independientes de las industrias relacionadas con la salud (farmacéutica, alimentaria, diagnóstica,…) -y que fueran realizables con la oferta formativa de fuentes públicas-.
4. Prohibir la asistencia de cargos de libre designación a encuentros formativos con patrocinio industrial siempre y cuando la financiación de dicha asistencia se realice con fondos de la industria.
5. No reconocer como interlocutores válidos a las sociedades científicas que presenten patrocinio de industria que firmen contratos con las administraciones públicas.
6. Prohibir la realización de actividades publicitarias en centros sanitarios públicos.
7. Incrementar la transparencia en relación a las relaciones entre la industria farmacéutica y los dirigentes públicos, especialmente en materia de puertas giratorias, aprobación de medicamentos y fijación de precios.
8. No aceptar como válidas para el cómputo en las bolsas de empleo las actividades formativas organizadas por la industria farmacéutica.
9. Generar incentivos no monetarios (en forma de fomento de la docencia e investigación) para actividades libres de humos industriales.

 

3. Los puntos negros de la autoorganización.

Existen ámbitos formativos a los que aún no han llegado los congresos libres de industria y que tienen unas características singulares. El ejemplo paradigmático son los cursos de técnicas quirúrgicas, que precisan de materiales caros y que pueden ser imprescindibles para introducir innovaciones en el ámbito de la práctica quirúrgica.

En estos casos, como en todos, existe también una cara B de la historia, según la cual una empresa fabrica un nuevo dispositivo que quiere introducir en un centro y entonces organiza un curso imprescindible para el conocimiento de la técnica de uso de ese dispositivo.

Más allá de los vericuetos concretos de estos temas, es una realidad que existen modalidades formativas que aún no se han desarrollado notablemente bajo el modelo pharma-free; cursos como los dados por IAVANTE (entidad pública, en su momento -no sé ahora- con financiación mayormente europea y con las características singulares -para bien y para (muy) mal- del entramado organizativo de la Junta de Andalucía) son muestra de que se puede hacer pero hay que dedicar fondos a ello.

Que existan cosas difíciles de hacer no parece una excusa para seguir siendo esclavxs de la industria en la organización de los actos formativos que son fácilmente independizables.

 

4. La vergüenza (propia, colectiva).

Disminución del número de profesionales, recortes presupuestarios del 20% en 5 años, precarización infinita, exclusión sanitaria de grandes grupos de población, bajadas y congelaciones salariales, incremento de la presión asistencial y empeoramiento de las condiciones de trabajo… ¿y lo que va a hacer que los sindicatos hagan una huelga es que van a seguir permitiendo el modelo soborno-based de financiación de los congresos pero van a hacer que se paguen impuestos?

Los niveles de vergüenza como colectivo que esto nos debería dar son míticos, pero el estupor que muchos sentimos al ver a otrxs médicxs indignarse porque ya no les van a dejar ir a congresos financiados por la industria sin pasar por la casilla de hacienda es igualmente mítico. Lo peor es ver que no es algo circunscrito a la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos, sino que incluso algunos Colegios de Médicos se unen al disparate.

Dejar sin imposición los pagos de la industria para asistencia a congresos es el equivalente a financiar con dinero público una transacción de fondos de la industria a lxs médicxs. A lo mejor contándolo en estos términos se puede entender mejor de qué estamos hablando.

5. Mirar al lado.

Lxs médicxs no solemos tener ni idea de cuánto cobra la auxiliar que está con el paciente al que estamos atendiendo, la limpiadora que hace que las bacterias multirresistentes no infecten a cada paciente que ingresa en una habitación, el enfermero que trabaja a turnos o incluso la residente que pasa consulta con nosotras. Solemos ignorar que las diferencias salariales dentro de un mismo equipo de trabajo son escandalosas (especialmente cuando nos referimos a la parte de los complementos de retribución a la productividad -aka incentivos-) y tendemos a ignorar las condiciones de trabajo de quienes están a nuestro lado. Si vamos a levantar la voz por algo, estaría bien hacerlo al unísono por alguna de las mil y una causas que nos afectan a nosotrxs, a nuestrxs compañerxs y a lxs pacientes, incluso en el ámbito de lo formativo, donde salir más allá del onanismo congresual nos podría abrir puertas a universos más interdisciplinares, más independientes y mucho más rigurosos en lo clínico y lo científico-técnico.

 

La forma en la que nos formamos dice mucho de la forma en la que llevamos a cabo nuestra práctica (clínica, comunitaria, investigadora, docente,…); cambiar el pagador para que todo siga igual no va a mejorar esto, y tal vez sea hora de aprovechar pequeños estímulos como la fiscalización de estas «transferencias de valor» para tomarnos más en serio la parte formativa de las profesiones sanitarias y reformarla de forma importante. También en su financiación, pero no solo en su financiación.

10 comments

  • De acuerdo en casi todo lo que dices. Sobre todo en que si los sindicatos medicos solo encuentran como razón de indignación el tributar por recibir dinero de farmaindustria, ¿de que valen? (tengo mi opinión pero sería para otro blog)
    Mi discrepancia contigo: sí me he preocupado en preguntar a la auxiliar de enfermería qué cobra por pasar consulta conmigo: 10% menos que yo (sin comentarios)
    Mi disclaimer: no recibo a representantes de farma y no acudo a congresos si no soy conferenciante

    • Elizabeth

      Estoy de acuerdo contigo..se lo q gana la enfermera q circula la q ibstrumrnta los auxiliares y el celador…y se lo q gana un medico de familia pasando consulta viendo 40 a 50 pctes x dia y la diferencia no es tanta como la responsabilidad. Yo como medico de la privada estoy obligado a pagar un seguro de responsabilidad civil que no es nada economico y si gano mas q mis auxiliares y enfermeros.. casi acorde a la diferencia de responsabilidad.
      Y si, es vergonzoso lo de algunos colegas que reciben incentivos donativos y obsequios de ls industria.

  • Veo una mezcla de verdad y autoflagelo (especie de endofobia profesional). Pero no somos tan malos (no tenemos cuernos ni rabo), ni gozamos de sueldo de controlador aéreo o de estibador (ya no digo de futbolista de élite o torero). Es más, hemos tragado con los recortes salariales a cambio de más deberes. Seguimos supeditados en sistema público a prescripciones inducidas desde la medicina privada concertada, que luego se nos imputan para justificar mengua en complemento de productividad. Y, por cierto, nadie parece cuestionarse, por ejemplo, las ayuda de la industria a farmacéuticos. Pobrecitos… Acabaremos como mileuristas de alta responsabilidad, y por encima avergonzándonos de que nos paguen por nuestro trabajo. ¡Mea culpa…!

    • colectivosilesia

      «Es más, hemos tragado con los recortes salariales a cambio de más deberes.»

      ¿Y por qué? ¿Eso nos legitima para ahora dar la nota porque se tribute sobre corruptelas? Endofobia ninguna, entre otras cosas porque para ser «endo» tiene que ser para dentro, y creo que el reconocimiento colectivo con muchas de las personas «agraviadas» porque no les dejen que la industria les pague lo que consideren formación sin que ésta tribute no existe.

      ¿Las ayudas de la industria a los farmacéuticos? Tu acusación no toca en esta plaza, dado que muchos de nosotros hemos escrito sobre ello, especialmente al hablar sobre modelos de selección de medicamentos (subastas, precios de referencia, etc, etc).

      «mileuristas de alta responsabilidad»… soy másquemileurista currando a media jornada dos días y medio sin noches ni nada (y por elección propia)… la verdad es que cuando la conciencia de clase es de «clase médica» es todo bastante LOL.

      • Creo que es una visión simplista. Y no quiero que se me malinterprete. El mundo es complejo y las mentes todavía más. Las visiones son poliédricas, y entre la austeridad de un anacoreta y el hedonismo de un vividor hay infinitas filosofías de vida intermedias. Dudo de las verdades absolutas. Y, desgraciadamente, no todos gozan de los mismos privilegios, aun en un mismo colectivo profesional.

        Del hablar viene mucho bien, del hablar viene mucho mal…, que dijo don Juan Manuel. No llevan acusación mis palabras, ni sentimiento de casta superior; solo portan malestar por la falta de ecuanimidad y por el ninguneo progresivo. Por lo demás, entiéndase todo en el sentido más cordial.

        Pero ¿por qué ahora la medida de un gobierno conservador, de un partido plagado de corruptos? ¿Por qué diferentes varas de medir, en razón de colectivos? ¿Por qué la desfachatez de seguir manteniendo prebendas quienes les niegan derechos a trabajadores públicos? ¿Por qué unos disponen de coche oficial para todo y quienes realizan atención médica domiciliaria carecen de igual medio de transporte para ese servicio concreto? ¿Por qué aumentan los tributos (incluido céntimo sanitario y en plural) sin posibilidad de desgravación por gastos privados con repercusión en beneficio público (incluidos gastos de formación)? ¿Por qué seguimos siendo un país diferente (en el mal sentido), desequilibrado, irracional, contradictorio, al borde del absurdo?

        Por último, además de eludir la soberbia, pienso que no hemos de reírnos de nada, salvo de nosotros mismos. Si bien muchas veces hay que reír por no llorar.

        Un afectuoso saludo

      • Juan Antonio

        Hay una forma clara, contundente y «sencilla» de acabar con los «privilegios» de los farmacéuticos…entre los que me encuentro…cambiar el modelo farmacéutico (no modelo de farmacia) de cabo a rabo…eso nos permitiría aumentar nuestro prestigio, y saber que la carrera que estudiamos y la profesión que ejercemos sirve para algo más que para cortar durante 8 horas cajas con una cuchilla…y me explico…»sólo» hay que dejar de pagarnos por un margen comercial (somos los únicos profesionales de la salud que lo hacemos) y pagarnos por servicios profesionales asistenciales…seguimiento farmacoterapeútico, adherencia, atención farmacéutica a pacientes institucionalizados (servicios desde la farmacia, no únicamente en la farmacia), y por qué no, prescripción farmacéutica…si, prescripción….así se hace ya en UK,USA, Canadá, Nueva Zelanda, Finlandia, etc…y no les va nada mal…de hecho en UK quieren dejar de vender las medicinas en las farmacias tradicionales, hacer «dispensarios» públicos, y dejar a las farmacias «solo» para ser farmacias clínicas…pero para esto hace falta, farmacéuticos valientes, políticos valientes, y que mucha gente controle sus egos…eso si sería efectivo y de gran impacto para el SNS, no subastas absurdas y mal planificadas y peor ejecutadas, órdenes de precios de referencia, etc…hay que ser radical, de ir a la raíz de los problemas, y esto que planteo va por ese camino…Saludos!

  • Mariano Almudevar "spinoff"

    Magnifico

  • Juan Miguelez

    «Dejar sin imposición los pagos de la industria para asistencia a congresos es el equivalente a financiar con dinero público una transacción de fondos de la industria a lxs médicxs. A lo mejor contándolo en estos términos se puede entender mejor de qué estamos hablando.»
    Esto es una opinión muy cuestionable. Basta ver todo lo que se lo ha pensado la propia Hacienda (para no decir esto) y que hay una proposición no de ley propugnando lo contrario. Pero están muy bien los comentarios demagógicos… al menos dormirá tranquilo

  • Buenisimo post. Gracias por compartirlo…Espero màs…

    Saludos

  • Dolores

    Formarse para qué. ? Últimamente he visto algunos casos de medicos que no se levantan de la silla para examinar al paciente. Ni le miran a la cara. Me pasó en dos consultas seguidas en el último mes, en una de ellas iba acompañando

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