Colectivo Silesia

Historia de dos centros de salud.

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por Sara Belinchón y Javier Padilla.

“It was the best of times, it was the worst of times”.

Charles Dickens.

Hace unos meses cada uno de nosotros comenzó a trabajar en un centro de salud diferente. Uno de ellos situado en el centro de Madrid, en uno de los barrios con mayor renta per capita de la ciudad. El otro en un pueblo al sur de Madrid con una de las rentas per capita más bajas de la comunidad autónoma. Con este texto queremos hacer un relato en primera persona enunciado desde un lado de la mesa de dos consultas de turno de tarde de dos lugares muy distintos de Madrid, acerca de cómo la frase “la enfermedad nos iguala a todos” contiene poco parecido con la realidad. Seguramente reflejemos realidades sobrepolarizadas, pero esta visión del relato es la que parte de la viscera subjetiva, no del racional análisis… para eso ya habrá otros capítulos.

Antes de entrar a la consulta.

S suele tener pacientes entre 35 y 55 años con estudios superiores, la mayoría de ellos se dedican al ámbito de la empresa privada y alguno es dueño de alguna pyme; el desempleo y los problemas relacionados con el trabajo no son un tema muy frecuente en su consulta salvo en un sector muy concreto, el de las mujeres migradas desde latinoamérica o Filipinas que trabajan en régimen de internamiento ejerciendo labores domésticas (y de cuidados). Últimamente ve también algunos casos de personas de las “clases medias pre-crisis” cuyo colchón se ha ido adelgazando por la crisis y están sufriendo situaciones de riesgo de desahucio.

J tiene también bastante gente joven en su consulta, pero en su caso la mayoría desempeñan trabajos más o menos temporales en el sector servicios y muchas personas están en situación de desempleo (o de subempleo); tiene también un número muy notable de personas mayores, muchas de ellas con variable grado de dependencia que se ve incrementado por las malas condiciones de sus casas y su poca capacidad económica para poder pagar por los cuidados domiciliarios que necesitan; afortunadamente, muchas de estas personas cuentan con una red de apoyo en sus vecinAs (sí, con “A”), que ayuda a disminuir el impacto de esa necesidad. Cuando J llegó por primera vez a esta consulta le llamó la atención la enorme presencia de población migrante de países árabes (lo cual podía ser un problema en la relación médico-paciente con las mujeres árabes, alguna incluso con niqab, en comparación con la médica -mujer- a la que J sustituía) y de Europa del Este.

J tiene pacientes que han estado (o están) en la cárcel. S no que ella sepa. En esto también se notan los estratos.

La zona donde trabaja S es puramente urbana, con pocas zonas verdes, mucho tráfico motorizado, poco pequeño comercio y mucho supermercado y gran almacén. Los domicilios de pacientes que ha visitado eran en su mayoría grandes, con ascensor y bien equipados.

La zona en la que trabaja J es una mezcla de zona antigua de pueblo y crecimiento derivado de la función de absorción periférica de Madrid y otros grandes municipios. Abunda el pequeño comercio y las tiendas regentadas por migrantes (supermercado latino, peluquería africana, pastelería magrebí, bazar chino,…). Las casas, por lo general, son pequeñas, muchas de ellas no tienen ascensor y en muchas ocasiones viven más de dos generaciones en el mismo piso.

Durante la consulta

S suele tener menos de 30 pacientes cada tarde y casi todos cogen la cita en el día; se ha dado cuenta de que puede dedicarle a los pacientes muchísimo más tiempo que en otros sitios en los que ha trabajado. Apenas tiene pacientes que no puedan salir de su domicilio y a los que tenga que acudir a ver allí.

El tema del tiempo por consulta sí afecta un poco más a J, que en muchas ocasiones supera los 45 pacientes por tarde; lo que más le ha llamado la atención es la cantidad de personas viviendo en segundas, terceras o cuartas plantas sin ascensor que apenas salen a la calle desde hace años por no poder pasar la barrera que les suponen las escaleras. El hogar como lugar de reclusión.

Sobre los motivos por los que la gente va a la consulta, S tiene tres tipos que señala como más diferenciados: por un lado, empleadas domésticas con problemas de salud relacionados con trabajo físico y con dificultad para venir a la consulta por los horarios continuados de trabajo; por otro lado, pacientes que van exclusivamente para llevar informes de consultas privadas y ver si les hace las recetas; por último, abundan las mujeres jóvenes en edad reproductiva con motivos de consulta relacionados con esa esfera.

A J le avisaron antes de empezar a trabajar en esa consulta de que la patología osteomuscular sería mucho más frecuente que en otros lugares… personas con trabajos físicos y una frecuencia importantísima de mujeres trabajadoras de la limpieza con dolores relacionados con ser mujeres trabajadoras de la limpieza. Y embarazos… J nunca había solicitado tantos test de gestación en su vida.

El centro de salud donde trabaja J es uno de esos centros que fueron construyéndose sin las grandes presiones que la sobreconstrucción del centro de Madrid imponen, de modo que es grande, de dos plantas, con mucha actividad (cirugía menor, ecografía) y con docencia (y todo lo que ello implica a nivel de dinamismo del centro). A pesar de estar en un lugar con las características antes reseñadas, la trabajadora social a la que derivan a los pacientes es “compartida” con otros centros… al igual que en el centro de S, donde al menos tienen la suerte de tenerla accesible en su centro.

En la interacción salud-empleo que tan presente está en este relato, una cosa tan diferencial como significativa es que S ha percibido que cuando faltan un día al trabajo por motivos de salud, sus pacientes casi nunca le piden que les haga la baja y el alta del día, sino que les basta con el justificante (o incluso autojustifican la ausencia); sin embargo J ve día tras día como muchos de sus trabajadores le dicen que necesitan la baja y el alta (y consiguientemente no cobran por esos días que estuvieron enfermos) de corta duración. J ha identificado unas cuantas empresas a las que no comprar nada tras ver cómo tratan laboralmente a muchos de sus pacientes.

Al salir de la consulta.

Por último, hay dos aspectos relacionados con el sistema sanitario que J y S han visto que no ayudan a revertir las desigualdades existentes en la sociedad a partir de sus determinantes sociales… por un lado, el acceso a los medicamentos… mientras que J tiene algunos pacientes que mes tras mes le comentan que no pueden pagar la medicación (o similar) a final de mes, S tiene que andar lidiando con hacer o no hacer las recetas de la sanidad privada que le traen los suyos (reafirmando aquello de que “la sanidad privada le supone un ahorro a la pública” dista mucho de ser una realidad y tiene más de mito interesado).

El otro aspecto notable es el relacionado con las consultas de atención “especializada”. En la consulta de S la sanidad privada actúa como ente generador de demanda, pero también como vía alternativa a las esperas de la sanidad pública, mientras que en la consulta de J no solo no existe esta vía alternativa, sino que además los pacientes no suelen hacer uso de la “““libertad de elección””” de hospital porque eso les supondría (I) controlar los medios para que ello ocurriera y (II) tener la capacidad de desplazamiento para irse a un hospital en otro pueblo que probablemente no esté demasiado bien comunicado con el suyo.

Cerrando la consulta.

Las consultas de los centros sanitarios son miradores privilegiados para ver a través de la mirilla cómo se desarrolla la sociedad y hacer un análisis cuñado-comparado. El sistema sanitario es un reproductor de las desigualdades en muchas ocasiones, tanto fuera como dentro de las consultas, y es también nuestra tarea intentar que su organización, planificación y gestión tenga la disminución de las desigualdades en salud como uno de sus objetivos fundamentales.

2 comments

  • Siempre me ha intrigado cómo resuelven los médicos de familia de las zonas ricas el tema de la privada como parásita de la pública. No me entra en la cabeza, porque trabajando en un centro con pocos pacientes en privada, ya me cuesta gestionar esto. Felicidades por el artículo.

  • ¡Buen artículo! De veras, he estado leyendo tu weblog y creo que compartes un buen contenido de calidad. Me sorprende que no tengas más comentarios, buen trabajo.

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