Colectivo Silesia

La salud en crisis: el caso de la Jungla de Calais.

por Elena Ruiz Peralta

Hoy ha comenzado en la Jungla de Calais el desalojo del que es en la actualidad el campo de personas refugiadas más poblado (aproximadamente 10.000) y antiguo (desde 2002) de Europa. Son muchos los aprendizajes que podemos sacar de esta “jungla” en materia de salud, aunque los principales sean estos dos:

  1. El derecho a la salud de las personas migrantes sólo puede salvaguardase a través de rutas migratorias seguras.
  2. Cuando se les niega la salud a las personas migrantes estamos cercenando la misma en sus tres atributos fundamentales: derecho, humano y universal. Recojo aquí un comentario de un activista de la Jungla: “La población francesa (yo ampliaría a la europea) no entiende que una vez que se traspasan ciertas barreras y se vulneran los derechos mínimos de las personas, aunque lo estén sufriendo los migrantes, nada impide que la propia población autóctona pueda ser víctima de tales vulneraciones.”

Este verano estuve con la Asamblea Pro-refugiadas de Córdoba en la Jungla de Calais. Durante cuatro días participé junto a otras voluntarias en las caravanas de primeros auxilios que se auto-organizan en el campo. Diría Berlinguer que la enfermedad es una de las mejores espías de las contradicciones del sistema (1975), veamos algunas de ellas:

A pesar de que no se niega sobre el papel la asistencia sanitaria muchas personas han tenido la experiencia de ir al hospital y no ser atendidas. Dentro del propio campo hay una especie de centro de salud no hospitalario, gestionado por la asociación Salam y financiado a través de cotizaciones, donativos y subvenciones. En él hay un sólo médico y dos o tres matronas y/o enfermeras, para una población que sobrepasa las 9000 personas. En él, al igual que en el hospital de Calais, se dispensa una atención de urgencias. La medicación se da en blisters sueltos, que pueden cubrir una semana a lo sumo. En ningún caso cubren las necesidades de patologías crónicas, ni las personas acceden a diagnósticos especializados. Por otro lado, el centro de salud “El Salam” carece de personal para las traducciones, una barrera más a la atención.

Por supuesto, el derecho a la salud no es sólo el acceso a la asistencia sanitaria y las patologías que se observan en las caravanas nos muestran otras vejaciones de este derecho. Las condiciones de infravivienda son una causa importante de problemas de salud en el campo. La presencia de ratas, el hacinamiento en tiendas de campaña (cada vez más juntas desde el desmantelamiento en febrero de la mitad sur y cada vez más desvencijadas, desde que la policía impidiera a las organizaciones voluntarias el paso de nuevas tiendas o de materiales de construcción), los incendios que se repiten y se extienden rápidamente, se traducen en diferentes patologías como escabiosis, tiñas, quemaduras, cuadros gastrointestinales y respiratorios. El trabajo de diferentes ONGs minimiza otros impactos en salud, como los derivados del acceso a la alimentación. Este verano con el trabajo y el dinero de la población civil se daba de comer a unas 4000 personas. De lo mismo podemos deducir que el sobrecoste para el gobierno francés y/o inglés de dar cobertura a esta población sería mínimo. Por el contrario, Inglaterra ha destinado sólo este verano 22 millones de euros para reforzar medidas de control transfronterizo en Calais y Francia, durante este año ha dictaminado el desmantelamiento de los restaurantes y comercios de la Jungla. Estos restaurantes y comercios no suponían únicamnente una segunda via de provisión de alimentos,sino que eran parte de los circuitos economicos de subistencia que se han ido desarrollando en el campo, así como los lugares de socializacion (de los hombres), espacios comunitarios para los jovenes, etc.

Por otro lado, también es común ver las consecuencias físicas de largas noches a la interperie buscando la “chance” de llegar a Gran Bretaña y de la represión policial: fracturas, contusiones, rinoconjuntivitis por gases lacrimógenos, impactos de balas de goma o enfriamientos. Las voluntarias nos cuentan como en ocasiones las personas refugiadas tras ser detenidas son despojadas de sus abrigos o zapatos y devueltas al campo, con un claro mensaje de comenzar de nuevo. Las personas del campo tienen una palabra emic para el estrés postraumático: fadá. Detrás de este término hay historias de conflictos en los lugares de origen, de esclavitud en Libia, de familiares perecidos al cruzar el Mediterráneo y de criminalización una vez cruzado. Las personas que trabajan en el proyecto de soporte legal y comunicaciones llamado Infobus nos hablan del impacto que supone para estas personas, que en la mayoría de los casos no han cometido ni una mínima infracción en sus país de origen, sentirse ahora tratados como delincuentes. La criminalización está convirtiéndose en una de las herramientas más potentes de control migratorio.

Para entender la situación real de estas personas habría que poner el foco sobre el continuo incumplimiento por parte de los Gobiernos Europeos de los Convenios de Ginebra, que conlleva una violación sistemática del derecho de asilo y la ausencia de mecanismos que garanticen una acogida segura a las personas refugiadas. Así las personas cuando llegan al campo siempre tratan de agotar las vías legales, antes de lanzarse a la desesperada en lo alto de los camiones. La realidad es que los procesos de asilo se alargan como mínimo seis meses (incluso para los menores no acompañados), que para pedir este asilo se ha de llegar a una oficina que está a dos horas a pie, sin intérprete, y esperar de nuevo en la Jungla el tiempo de la gestión o aguardar montarse en un autobús, siempre con una cola infinita, que lleve a un centro de internamiento donde cambiar libertad por una supuesta seguridad.

La ilegalidad siempre acrecienta la vulnerabilidad y refuerza las inequidades. Así, también hay que sacar lectura de lo que no se ve. En los cuatro días que estuve en las caravanas no atendí a ninguna mujer, sólo a un niño. Apenas vi mujeres y niños/-as los diez días que anduve por allí. La falta de reconocimiento por parte del Estado Francés de la Jungla como campo de personas refugiadas ha conllevado que se desconozca a nivel oficial datos tan fundamentales como el número de personas que integran el campo, los problemas de salud del mismo y la situaciones de especial vulnerabilidad (menores no acompañados, familias monoparentales, personas trans, diversas funcionales, etc.). Tan es así que el día 13 de este mes se pospuso la orden de desalojo del campo (fechada para el día 17) hasta que no se diera una solución de alojamiento viable para 1022 menores no acompañados que viven actualmente en el campo. Este aplazamiento fue fruto de un censo llevado a cabo por las propias organizaciones que trabajan voluntariamente en el campo. Esta noticia no deja de ser paradigmática, en cuanto que a través de ella el Estado Francés reconoce su deresponsabilización hasta la fecha con los menores del campo. Cabe recordar que el desmantelamiento de la zona sur en febrero tuvo como resultado 129 menores desaparecidos.

Este verano alguien nos definió la jungla como “un sitio que odio, lleno de gente que amo”. Me gustaría pensar que el final de este campo supone un final feliz para sus habitantes, pero desde las organizaciones que colaboran en la Jungla los mensajes que nos llegan son de incertidumbre sobre el destino y que las condiciones del proceso de desalojo respeten la dignidad y seguridad. Hay un especial temor de que las grandes colas y las tensiones afecten a colectivos y personas en situación de especial vulnerabilidad.

La Jungla con diversos desalojos pervive desde 2002. Este dato contradice el pensamiento general de que la crisis financiera es la que impide a Europa abordar de otro modo esta realidad migratoria; haciendo evidente que es una cuestión ideológica y de voluntad política. La crisis está sirviendo de excusa a los Gobiernos europeos para desdibujar los derechos humanos fundamentales, reducidos ya a un privilegio dependiente de la tenencia de la nacionalidad y hasta donde el guión financiero lo permita, en el caso de todos/-as. Lo grave es que esto está pasando porque este consenso social se está desvaneciendo del imaginario colectivo. Y esto es importante señalarlo porque estamos a tiempo de enmendarlo. La cantidad de proyectos auto-organizados que han surgido en la Jungla de Calais, la cantidad de gente que en Europa se moviliza por el derecho de las personas migrantes a una vida digna o aquí más cerca en la Frontera Sur, con la plataforma “Yo Sí Sanidad Universal” o en estos últimos días con las protestas por el cierre de los CIEs encabezadas por las propias personas migrantes, me invitan a no olvidar una pintada en la entrada de la Jungla “Hope, sweet home”…la esperanza es un dulce hogar.

Biblio/webgrafía:

Información actualizada del desalojo en: https://twitter.com/refugeeinfobus

5 comments

  • Gertrudis

    Muy buena reflexión
    Con la esperanza de una solución difícil

  • Enrique Gallego

    Muchas gracias Elena.
    La información de primera mano es el más valioso de los tesoros. Y más aún, en estos casos cuando se trata de invisibilizar de forma estratégica.

  • Ascension Perez

    Cierto todo lo que cuentas , solo se libra dinero para centros de migraciones y no poco . Pero no se agiliza la incorporación a los diferentes destinos. A veces llevan razón :la infiltración en estos colectivos de gente no deseable , es un riesgo . El mundo está boca abajo , gracias al voluntariado se está solucionando parte y tb a otros valientes aunque cobran un sueldo hay que hacerles la ola , hay que vivir .. Todo pasa por que vivimos en un mundo sin valores y los que los tenien se los han trasmitido sus padres . Adelante a todos los los que intentamos ayudar con nuestro esfuerzo aunque sean pocos días .

  • maria jose alvarez pasquin

    Impactante. Con solución difícil. Se palpa el dolor en tu texto.

  • Francesc Dalmau

    Muy bien escrito, Elena!

    «Un sitio que odio, lleno de gente que amo» Me parece que no hay mejor forma de describir la Jungla…

    Un saludo a tod@s las integrantes de la asamblea pro refugiados de Córdoba,
    gracias por vuestra incansable lucha y energía.

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