Colectivo Silesia

Los MIR y la huelga: la gent no s’adona del poder que té

Hacer una especialidad de medicina en el Estado Español supone aceptar entrar en un sistema que coloca a sus profesionales en formación en primera línea, a desempeñar la función de desagüe del sistema para ir filtrando la mierda, especialmente en los servicios de Urgencias hospitalarios pero no solo. Este fenómeno tiene un aparte coyuntural (desde 2009 la única partida presupuestaria de personal que ha ido creciendo año tras año ha sido la destinada a gastar más en personal en formación –sin subirles el sueldo-) y una parte estructural-cultural (en nuestro sistema sigue presente la idea de la carrera profesional como un montículo en el cual para llegar a la cima es preciso hacerlo pisando a lxs que hay debajo, que aguantarán la suela de tus zapatos bajo la eterna promesa de poder ser, en un futuro, quienes le pisen la cabeza a quienes entonces serán unxs jóvenes médicxs a quienes decir que en sus tiempos sí que todo era duro y no “ahora” (ese “ahora” intemporal cuando se trata de usarlo como arma arrojadiza) que son todxs unxs acomodadxs que solo piensan en la vida fácil.

 

Lxs Médicxs Internxs Residentes de Granada se han cansado de desempeñar esa función de desagüe y el día 11 de mayo comenzaron una huelga que al parecer ya llega a su fin. Ha durado una semana. Una huelga de esas que no se pueden bypassear con unos cuantos turnos extras de lxs médicxs adjuntxs (lxs que ya son especialistas y trabajan como tales en el hospital -con variados niveles de precariedad-) porque dura mucho más de 24 horas. Una huelga en la que reclaman una mejora de la situación de los servicios de Urgencias y dejar de ser el dique de contención que la institución pone entre pacientes y el resto del sistema, para pasar a ser el personal en formación sobre el que descansará (en futuro de indicativo, no en presente imperativo) el sistema sanitario en algún momento. Una huelga que pide, entre otras cosas, que se cumpla la legislación vigente.

 

Las huelgas y lxs médicxs tienen/tenemos una relación singular, frecuentemente focalizada por el heroísmo del “mi trabajo es tan importante y me debo tanto a mis pacientes que no puedo hacer huelga, yo no”. Sin embargo, lxs compañerxs de Granada han enarbolado un discurso que huye de ese buenismo onanista-autofustigador y se centra en un aspecto bien sencillo: si quieres que me forme deja de explotarme, si quieres dar buena asistencia a la población pon medios para ello y no permitas que la puerta de entrada al hospital sea liderada por personal explotado en (de)formación. Es una huelga de médicxs, pero no de lxs de corbata y chati-cuando-yo-era-joven-me-saqué-la-oposición-con-treinta-años-y-dos-hijos (spoiler, ¿quién cuidaba de la prole?), sino de quienes saben que es probable que estén viviendo en primera persona el final de las relaciones laborales sanitarias como se conocían (porque ya ha sido así en todos los demás ámbitos laborales del entorno) y entienden que su etiqueta de precarixs va de la mano de su etiqueta de médicxs. Una huelga diferente en la que lxs precarixs juegan a ser “Trabajadores con mayúsculas”, como decían Precarias a la deriva.

 

“Una huelga siempre llama a resituar la identidad del trabajador en el centro. Sin embargo, para las que tenemos la identidad de trabajador trastocada […] la huelga no deja de ser una intriga. Siempre podemos imitar lo que hacen los Trabajadores con mayúsculas, obviando que desde nuestra posición “atípica” (aunque cada vez más mayoritaria) en la economía-red, cruzar los brazos durante unas horas (aunque sean 24) no significa necesariamente parar el mundo, detener la producción. Pero también podemor tomarnos en serio la práctica de la huelga y asumirla como desafío. Podemos preguntar “¿cuál es tu huelga?””

Como cantan/tocan María Arnal y Marcel Bagés, la gent no s’adona del poder que té

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