Colectivo Silesia

Mujeres médicas: una historia de resistencia y cuidados

doctorcitas deconstruidas

 

por Clara Benedicto, Carmen López-Fando y Marta Sastre Paz.

Nosotras y lo cotidiano.

 

Cada día de nuestra vida tiene una narrativa compleja. Con alegrías, con obstáculos, con dudas, con complicidades, compañías y también soledades. La nuestra, como mujeres y cómo médicas de personas, familias y comunidades, tiene además una dimensión que nos acerca al dolor, a la desigualdad, a la incertidumbre y al miedo pero también a la vida y la lucha cotidianas, a la esperanza, a la intimidad y a la importancia de lo común.

No solo trabajamos con la teoría y con los datos, sino con cuerpos, barrios e historias de personas aunque también nuestros cuerpos, nuestras vidas (narradas y silenciadas), nuestros barrios y nuestra historia forman parte de este trabajo que desarrollamos y desde donde hoy elegimos escribir y poner el foco.

 

1. Mujeres en una profesión de cuidados.

 

“Ahora las mujeres tienen dos trabajos -el de fuera de casa y el de dentro- y deben ser dos cosas: productoras y reproductoras al mismo tiempo, una espiral que acaba consumiendo toda la vida de las mujeres.”

Silvia Federici.

 

Los cuidados, y por tanto las profesiones relacionadas con ellos, han sido tradicionalmente femeninos y socialmente invisibilizados. En un marco capitalista que prioriza lo productivo, tanto la crianza como las necesidades de las personas más vulnerables (así como la parte de cada persona que precisa de cuidados) han quedado muchas veces en el ámbito de lo privado, y cuando se realizan como actividad laboral tienen poco reconocimiento y valoración social.

Sin embargo, la medicina tradicionalmente ha conseguido crear para sí misma una imagen más tecnificada, más académica, y más próxima a un tipo de ingeniería, en parte porque se ha cultivado la asimetría de información como forma de poder, y en parte porque hasta hace poco ha sido practicada por varones, blancos y de clases sociales acomodadas. Esto nos ha proporcionado un prestigio social y una posición de poder relativo que, aun siendo mujeres, disfrutamos respecto a otras profesiones y profesionales también dedicadas a los cuidados.

Desde aquí es desde donde escribimos, entendiendo los distintos ejes de desigualdad en los que estamos inmersas. Por ejemplo, cuando se nos trata con más cortesía por ser médicas, o cuando en consulta nos tratan como cuidadoras informales más que como profesionales, rompiendo el encuadre terapéutico. Y siendo conscientes de que esos ejes también nos atraviesan a nosotras en nuestras actitudes y visiones cotidianas.

 

2. Mujeres profesionales de la medicina.

 

«If the major determinants of health are social

so must be the remedies»

Michael Marmot.

 

La estructura laboral en la que trabajamos está basada en una concepción tradicionalista y androcéntrica.Y prioriza y premia la dedicación completa, la competitividad, el cumplimiento de objetivos marcados como logro profesional, el enfoque biomédico, técnico y curativo y el éxito entendido como alcance de un status. Además vivimos un contexto de demanda consumista, escaso tiempo y sobrecarga asistencial por falta de recursos. Todo esto genera un conflicto interno a muchas profesionales, ya que dedicamos más tiempo de media a quienes atendemos, priorizamos más lo relacional y realizamos más actividades preventivas y abordajes más biopsicosociales.

La orientación preferente de la jornada laboral a lo asistencial (que para el sistema es lo inmediatamente productivo) hace que a menudo la investigación, la formación y las actividades comunitarias se desplacen a un lugar secundario, y que se realicen en el tiempo libre -con la consiguiente desigualdad debida a las cargas domésticas y familiares- o no se realicen.

Nuestra capacidad de visibilizar estas dificultades y de realizar cambios institucionales está también disminuida debido a la baja representatividad de mujeres en puestos de decisión, sobre todo teniendo en cuenta el porcentaje de médicas, que cada vez va en aumento. Por una parte lo que está representado en la autoridad es lo que se convierte en normativo, y por otra el predominio de un determinado perfil dificulta que se creen las condiciones para favorecer un cambio de valores. Aunque  no sólo es necesaria una mayor visibilidad femenina como directivas, académicas, ponentes e investigadoras, sobre todo es necesaria una mayor presencia de valores feministas.

Creemos en la necesidad de una organización realista de los tiempos y las agendas, que contemplen tanto lo asistencial como las actividades que lo nutren y complementan. Para ello, es fundamental fomentar la descentralización de decisiones y apoyar a las y los profesionales para que puedan adaptar los medios existentes y capacidades propias al cumplimiento de resultados en salud, además de proteger y cuidar las redes y alianzas locales (espacio para lo comunitario).

3. Mujeres empleadas.

 

“Ahora, bien, esa profundización en nuestras raíces que entraña la radicalización de los cuidados, y que nos revela como seres esencialmente vulnerables y dependientes, tiene obligatoriamente que ser (…) también un viaje al centro, a lo más visible, tiene que estallar en el medio mismo de nuestras ciudades, nuestros parlamentos, nuestra economía… La opción del cuidado no puede ser una opción individual.”

Carolina del Olmo. Radicalizar los cuidados.

De una manera más global al ser profesionales mujeres que trabajamos dentro y fuera de casa estamos atravesadas por todos los mandatos de género arraigados culturalmente (como el mito de superwoman, que centra la capacidad de poder con todo en el esfuerzo individual o la tendencia a la aceptación o sumisión de decisiones…)

Aunque se ha conseguido mucho en cuanto a la igualdad de género, vivimos muchas situaciones de discriminación indirecta, definidas como prácticas aparentemente neutras que en realidad suponen una desventaja en nuestro devenir vital por ser mujeres.

Algunos ejemplos son las jornadas a tiempo parcial (que funcionan como una renuncia parcial y una pérdida de oportunidades laborales y económicas, y a las que sólo nos podemos acoger desde los cuidados), o los permisos por maternidad (obligatorios sólo para madre, y con una duración muy desigual). Tradicionalmente además los médicos y las médicas hemos tenido un sistema laboral anacrónico con guardias de atención continuada de 24 horas, turnos de trabajo que ni se cuestionan ni cambian.

En general producen este efecto discriminatorio las políticas conciliatorias de secuencia, que alternan el tiempo laboral con el tiempo familiar y a las que mayoritariamente se acogen sólo las mujeres, frente a políticas conciliatorias derivativas, que desplazan cuidados y tareas de lo privado a lo público.

Esta situación se ha tornado especialmente complicada en los últimos años con el progresivo deterioro de las condiciones y relaciones laborales y el aumento de mecanismos informales de selección de personal afectando fundamentalmente a jóvenes (aunque no sólo jóvenes) en su desarrollo profesional y personal. Sabemos por diversos estudios que la falta de control sobre el propio trabajo es un condicionante de insatisfacción y de mala salud entre profesionales, incluso al mismo nivel que el desempleo, y que la temporalidad afecta más a las mujeres y la magnitud de su efecto en la salud es mayor en ellas. Además, la progresiva feminización de la profesión hace coincidir habitualmente la precariedad con la etapa reproductiva y esto implica un devenir importante en la vida y en el desarrollo profesional, generando en las mujeres un falso dilema entre la vida personal y el éxito profesional.

Como personas trabajadoras querríamos reformular la relación con nuestros empleadores. Que se atienda al valor que puede aportar la diferencia, que se favorezca el trabajo en red y la autonomía pegada al territorio. Para esto, creemos importante flexibilizar, descentralizar, escuchar a profesionales y cambiar algunas formas de medir como por ejemplo mirar más los resultados en salud y menos las medidas intermedias.

Todas estas barreras visibles e invisibles formadas por distintos obstáculos externos e internos que interaccionan entre sí nos encierran poco a poco  en laberintos de cristal, que nos generan falsos dilemas, nos impiden alcanzar nuestras potencialidades como profesionales y perpetúan  las desigualdades de género.

4. Mujeres en el mundo

“What I am calling for is a society of citizens who admit that they are needy and vulnerable.”

Martha Nussbaum

Como mujeres en el mundo, estamos atravesadas por conflictos: los cuidados informales que proporcionamos y necesitamos, la necesidad de cuidarnos y evolucionar como personas y que eso se retroalimente en nuestro trabajo.

La tentación de separar lo profesional de lo personal como método de autoprotección nos lleva muchas veces a negar o posponer facetas de nosotras mismas, a despersonalizarnos o a sobrecargarnos con más de lo que podemos abarcar.

Es necesario que aprendamos personal y colectivamente a mirarnos, pensarnos, deconstruirnos y reconstruirnos y a desarrollar nuestras fortalezas. Aunque también a aceptar nuestra diversidad y nuestra vulnerabilidad e interdependencia (que como dice Martha Nussbaum es un requisito para una vida ética), y así perdonarnos y cuidarnos como grupo. Si el cuerpo y lo común son lugares de resistencia también deben serlo los cuidados. Esto supone ir contracorriente y necesitamos hacerlo juntas.

Para su correcto funcionamiento, tanto el sistema como nosotras debemos enfocar en el contenido físico y emocional de nuestra profesión y en lo que ponemos en juego con  el vínculo terapéutico. Somos profesionales de contacto, de trato, de piel, de estar de frente, y eso requiere una armonización constante de lo que nos sucede en el proceso.

Para nosotras, este autocuidado es un acto político que simboliza el proceso de repensarnos y de intentar mejorar nuestro entorno a través de nuestro trabajo y a nosotras mismas.

De lo concreto a lo general.

En nuestra carrera profesional no es posible disociar los factores estructurales de los personales: somos mujeres que hemos estudiado en un determinado contexto académico, que trabajamos en una profesión de cuidados pero también tecnificada. En una sociedad de tradición capitalista y androcéntrica fundamentalmente somos personas.  Socializamos según nuestra experiencia personal, nuestros deseos y nuestra subjetividad pero también según nuestro género. Todo esto, lo interno y lo externo, camina con nosotras, entra en la consulta y forma parte de las gafas con las que miramos el mundo y a nosotras mismas.

Desde nuestra perspectiva, nos preguntamos: ¿qué tipo de cambio queremos? ¿luchamos por reformas puntuales para favorecer igualdad de oportunidades, como bajas maternales más largas, baja paternal obligatoria, posibilidad de flexibilizar el turno en función de circunstancias vitales, transparencia, cuotas paritarias para que haya más visibilidad femenina en puestos de responsabilidad y docencia…? ¿o queremos un cambio más profundo en las relaciones entre sistema y profesionales y sistema y población, pegar las decisiones al territorio y a las personas, valorar la conversación y la participación, y poner los cuidados en el centro?

Ambas no son excluyentes, mientras resistimos en el día a día y en las propuestas concretas buscamos mirada larga para visualizar el camino. Estamos agradecidas y acompañadas. Sabemos que en los últimos años la feminización de la profesión poco a poco se ha ido acompañando también de un devenir feminista, que incluye no sólo ser representadas sino buscar una voz propia y hacer movimiento para el cambio.

Lecturas recomendadas.

  • Saletti Cuesta L, Delgado Sánchez A. Discurso de las médicas sobre el desarrollo profesional. Miradas propias. 1ª Ed. Granada: Colección Feminae, Nº28; 2015.
  • Varela N. Feminismo para principiantes. 1ªEd. Barcelona: Ediciones B; 2005. Disponible en: http://bit.ly/2cdnK02
  • Vidas precarias. Feminización de la política. Diagonal [internet] 2016 [acceso 19 de julio de 2016] Disponible en: http://bit.ly/2bKsis4
  • REAP [sede web] Dodecálogo para la personalización de pacientes en el Sistema de Salud. 8 de marzo de 2016. Disponible en: http://bit.ly/1M4qRRp
  • Mujeres y Salud. Revista de comunicación interactiva [sede web] Barcelona: CAPS. Disponible en: http://www.mys.matriz.net/
  • Del Olmo C. Radicalizar los cuidados. Nociones comunes [internet] 2013 [acceso 31 de agosto de 2016] Disponible en: http://bit.ly/2bKL7jG
  • Padilla J. Temporalidad y salud: ¿la falta de estabilidad laboral afecta a la salud? Eldiario.es [internet] 2015 [acceso 22 de julio de 2016] Disponible en: http://bit.ly/1L2vQkq

 

5 comments

  • Virginia

    Gracias por este magnífico regalo de reflexión. Me parece un texto excelente

  • María del Mar Garcia

    Cuando ejercía la pediatría, las madres (que eran las que llevaban a sus hijas e hijos a la consulta) me preguntaban » pero doctora, ¿usted tiene hijos?». Esa era la manera de tener credibilidad. Estoy convencida de que a mis compañeros pediatras varones no les hacían la misma pregunta, no les hacía falta ser padres para ganar su confianza. En aquellos años, esto me molestaba, ahora no me importaría: les tengo mucho más respeto a las madres que a los pediatras como fuente de conocimiento sobre cuidados.

    • Clara

      Pasa también en las consultas de medicina de adultos… Yo lo interpreto como la búsqueda de otro tipo de conocimiento, no teórico, más experiencial, que les haga sentir que además de sabértelo lo comprendes. Nos lo preguntan más a las mujeres, pero mi sensación es que también las mujeres lo buscamos más.
      Al margen de que seas madre o hayas pasado o no por la experiencia en cuestión, debería darnos que pensar esta demanda…

  • Ángela

    Enhorabuena por el artículo! Conseguís con mucho acierto plasmar en palabras ciertas reflexiones que a menudo nos asaltan en las consultas y fuera de ellas, así como a seguir profundizando sobre el tema… Me gusta especialmente la invitación a lo colectivo, algún día nos lo creeremos de verdad?
    Muchas gracias por la reflexión y saludos a las autoras!

  • atc

    Con una renta basica universal (incondicional, para toda persona y con una cantidad superior al umbral de la pobreza), hay libertad material (economica, sea tu situacion la que sea).

    El origen de lo que estas notando a nivel economico, es la ausencia de la RBU (y otras consecuencias y tensiones indirectas con los demas [incluido entre sexos y las peleas por las diferencias de trato/derechos/etc o falta de capacidad de negociacion con todo cuando se esta en situacion de dependencia economica de otras personas], que se producen cuando no se tiene reconocido el derecho a la vida o a la libertad por a nivel economico para toda persona sin dejar a nadie atras).

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