No son los recortes, es que ya no te quiero.
por Javier Padilla
2019. Diez años desde que comenzara el año en el que la crisis económica ya estaba encima pero aún no iba a repercutir en las cifras de gasto sanitario. Diez años desde que comenzó lo que podríamos llamar la década de la parálisis para muchos servicios públicos pero muy especialmente para la sanidad.
En 2009 cambiaron muchas cosas, el gasto sanitario llegó a su cima y abrió las puertas al fin del ciclo en el que éste crecía por encima de las variaciones del Producto Interior Bruto (PIB); desde entonces, el peso del gasto sanitario público en la economía española no hizo sino ir diluyéndose año tras año hasta la actualidad (con la excepción puntual del año 2015, en el que los nuevos fármacos para la hepatitis C dibujaron un espejismo en el gasto sanitario).
Una década en la que se ha hablado mucho de recortes y que ahora que la economía vuelve a crecer por encima de lo que crece la media de los países de la Unión Europea el discurso reivindicativo parece no encontrar un nuevo marco para interpretar la nueva realidad. Privatizaciones, recortes, copagos,…, marcos discursivos de inicios de siglo para una realidad mucho más tozuda.
Y dentro de esta realidad del sistema sanitario que vuelve a despegar en lo que a gasto se refiere hay un sector del sistema que no despega ni se le espera: la Atención Primaria. En los años en los que hubo restricciones presupuestarias uno podría esperar que se hubieran priorizado los lugares del sistema donde la asistencia prestada devoviera más salud por cada euro invertido (las más eficientes) o que, al menos, se hubiera aprovechado para preparar el sistema para una cierta reforma de cara al nuevo panorama epidemiológico (mayor importancia de los cuidados, énfasis en el autocuidado y la interdependencia, desarrollo de consultas de alta complejidad en entornos cercanos al paciente, potenciación de la atención domiciliaria como forma de prevención de reingresos en población frágil,…); todo esto habría confluido en un reforzamiento de la atención primaria, un enriquecimiento de los roles profesionales que en ella trabajan, una mayor flexibilización de las agendas para poder dar respuesta desde la cercanía a las peculiaridades de cada población… sin embargo, el panorama no puede resultar mucho más desolador.
Estos días se suceden los tuits, noticias, gritos al cielo,…, de médicxs en una escalada de número de pacientes vistos en un solo día. «La normalización de los 50», que podríamos llamar, hace que todo lo que no suba por encima de 60 pacientes diarios ya no suene extraordinario ni aberrante. Una especie de fordismo sanitario en el que el sistema aspira a que el paciente pase por un proceso estandarizado de consulta en el que sus singularidades o sus acontecimientos vitales y sociales no sean más que dificultades en el reto de ser visto en 5 minutos (o menos).
Este exprimir la atención primaria hasta que muere ahogada no es sino el resultado de una insuficiencia presupuestaria galopante. Como se puede ver en la siguiente gráfica, el porcentaje del gasto sanitario destinado a Atención Primaria (sin contar gasto farmacéutico ambulatorio, que no es solo imputable a ésta) no supera el 18% en ninguna Comunidad Autónoma. Además, podemos ver cómo la Comunidad de Madrid (que recientemente se ha lanzado a proponer una especie de reforma de la que ya hablamos aquí y que Sergio Minué ha descrito como un plan en el que «se aborda el problema de la Atención Primaria como si fuera una cuestión de ingeniería financiera, es decir cómo hacer para que nos cuadren las cuentas ante el interventor de turno ( en este caso el profesional o el paciente)» es la que menos porcentaje del gasto destina a Atención Primaria además de ser la segunda comunidad con menor gasto sanitario por habitante (es decir, destina poco de un total bastante escaso).
En los próximos años probablemente veremos iniciativas para tratar de reconfigurar la atención primaria, y muy probablemente muchas de ellas atenten contra alguno de sus principios fundamentales (accesibilidad, continuidad (longitudinalidad), coordinación, atención entrada en la persona y orientación hacia la comunidad longitudinalidad); tratar de desarrollar una atención primaria manca de alguno de sus cinco brazos fundamentales estará abocado al fracaso, de la misma manera que esta atención primaria que tenemos ahora con el brazo de la accesibilidad hipertrofiado (y disfrazado de inmediatez) y el de la orientación hacia la comunidad amputado nos ha abocado a esta situación que podría parecer de no retorno. Esta crisis de la atención primaria se soluciona con más atención primaria.
La situación de la Atención Primaria en nuestro país (con sus excepciones puntuales en algún lugar muy concreto) no es la consecuencia de los recortes; estos solo han venido a dejar claras cuáles so las prioridades de un sistema que solo sabe girar en torno a las innovaciones terapéuticas (ganando terreno al porcentaje de gasto sanitario que se destina al hospital) y a unos hospitales cada vez más desprovistos de capital humano y con un mayor peso del gasto representado por tecnologías diagnóstico-terapéuticas. No son los recortes, simplemente es que quien decide a dónde va el dinero no quiere a la Atención Primaria.
Efectivamente, los recortes han servido para que quienes deciden se quitaran la careta. Se tuvieron que retratar y se retrataron. Y no es que «ya no te quiero» es que «no te he querido nunca». Los que deciden dónde va el dinero no han querido nunca a la atención primaria. Sólo la consideraron como «dique de contención» y como «sanidad de bajo nivel para la gente». Incumplieron reiteradamente, año tras año, la LGS no incluyendo al Mutualismo en el SNS. Manteniendo los beneficios fiscales a los seguros médicos privados que ya alcanza más de 9 millones de españoles (sin contar los 2 millones de mutuaalistas y los millones de pólizas de seguros dentales). El coste fiscal estimado de incentivar la compra de estos seguros es de 1000 millones de euros.
http://saludineroap.blogspot.com/2016/12/incentivo-fiscal-por-comprar-seguros.html
Los asegurados por seguros médicos privados y los mutualistas son más jóvenes, sanos y ricos que los que únicamente tienen al SNS como asegurador sanitario. Curiosamente, los mutualistas y asegurados por seguros privados, se ausentan más al trabajo por motivos de salud que los que sólo tienen SNS (claramente tienen menos miedo a perder el empleo) pese a ser más jóvenes, sanos, ilustrados y de clases sociales más altas.
http://saludineroap.blogspot.com/2016/04/clase-social-y-tipo-de-aseguramiento.html
http://saludineroap.blogspot.com/2016/02/nivel-educativo-segun-clase-social-y.html
http://saludineroap.blogspot.com/2016/06/estado-de-salud-autopercibido-y.html
Pero claro, por si esto no fuera suficiente y tuvieron que poner en marcha hace muchos años las «regalías sanitarias», tan variadas como administraciones y organismos públicos tenemos:
https://saludineroap.blogspot.com/2018/03/regalias-sanitarias-la-oscura-fuente-de.html
¿Cómo van a querer la atención primaria si hasta Muface presume de tener un Gobierno de Funcionarios?
https://www.muface.es/revista/o221/En_Portada_Gobierno_de_funcionarios.html?utm_content=buffer6d0cc&utm_medium=social&utm_source=clp.com&utm_campaign=clp
¿Cómo van a querer a la atención primaria si gran parte de sus señorías en la Carrera de San Jerónimo son funcionarios (e increscendo)?
https://cadenaser.com/ser/2011/12/14/espana/1323823834_850215.html
https://www.elespanol.com/espana/20160117/95370475_13.html
También en los parlamentos autonómicos:
https://es.slideshare.net/AsociacionEconomiaSalud/jos-manuel-freire
En fin, que lo que se ha buscado desde siempre (y se ha conseguido) ha sido el descremado sociológico de la atención primaria
http://elmedicointeractivo.com/descremado-sociologico-atencion-primaria-espanola-20170208151650110293/
Y esta es la principal causa de que no tengamos una APS fuerte desde el principio.
La APS no es utilizada aquellos sectores sociales con mayor capacidad de influencia sobre la opinión y el poder públicos y por eso ha perdido ya el estímulo más potente de mejora representado por los ciudadanos más informados, formados, exigentes e influyentes.
Acababa esta entrevista para Salud 2000 con esta frase: «La atención primaria ha de ser para todos o nunca será»
http://www.fadsp.org/documents/Salud2000/145/0507S2mil145.pdf
Pues eso, como la atención primaria no ha sido «para todos» ya está empezando a «no ser».
Sólo nos quedan cuatro herramientas:
1.- Empezar a darnos cuenta de que los médicos de familia de los centros de salud somos los médicos de los pobres y defenderlos, pues un ataque a la atención primaria es un ataque directo a la salud de los menos favorecidos. Es lo que ha ocurrido durante la crisis.
2.- Empezar a pedir el sistema Muface para todos, para todos los ciudadanos no sólo para los 2 millones de mutualistas. Sistema Muface para todos o APS para todos. Una de dos.
3.- Ni un sólo euro en beneficios fiscales para gasto privado sanitario, ni en seguros médicos ni mediante pago directo a médicos (algunas CCAA siguen ofreciendo desgravación fiscal por el gasto privado en médicos).
4.- Y por supuesto, que se prohíban por ley las «regalías sanitarias» que han crecido como la espuma durante las dos últimas décadas. ¿Por qué tenemos que pagar de nuestro bolsillo un seguro médico privado a todos los empleados y familiares del Banco de España, o de televisión española? ¿Cómo no vamos a tener así elmejorsistemasanitariodelmundo? Con mi dinero, no.
Saludos cordiales
Juan Simó
Médico de familia
Certero el diagnostico del post y del comentario de Juan Simó, muchas gracias a ambos.
Necesitamos esta visión macro, mas de conjunto, de las políticas sanitarias como las aquí señaladas
y no solo mirar y lamentar las palpables consecuencias en el deterioro y estancamiento de la AP, los efectos disociados de sus causas,
Tenemos que señalar y denunciar las causas, o los efectos seguirán avanzando imparables, ante nuestra estupefacción. Tomemos y repliquemos el discurso.
saludos y abrazos
Elena Aguiló
Medica de familia y comunidad
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